Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/06/2021 | 09:32 pm
Las medidas de adaptación, mitigación y enfrentamiento a las nefastas consecuencias del cambio climático no son novedad en un país como Cuba donde, por ley y convicción, la sostenibilidad socioeconómica siempre se asocia al compromiso con el medio ambiente. El Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático (conocido como la Tarea Vida) fue aprobado por el Consejo de Ministros el 25 de abril de 2017.
Desde entonces, como si la suerte estuviera echada, directivos y funcionarios del ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), investigadores y expertos en la materia, salieron a verificar in situ, cuán inmensa y necesaria es asumir esa estrategia de responsabilidad compartida y participación multiplicada cuando todos reconocen y aceptan su imperativo.
En una reciente entrevista a la titular del Citma, Elba Rosa Pérez Montoya, publicada en Juventud Rebelde, se informó de cómo ese programa implica a todos, lo cual se hizo evidente durante los recorridos y encuentros que facilitaron el intercambio con un grupo importante de dirigentes provinciales y municipales del Partido, del Gobierno, los representantes de los organismos de la Administración Central del Estado, de la Defensa Civil, Planificación Física y de los centros territoriales de gestión de riesgos. En la más reciente sesión ordinaria del Parlamento cubano en julio último, también se presentó y analizó la Tarea Vida.
La explicación comienza en el reconocimiento de la alta vulnerabilidad de la Mayor de las Antillas por el hecho de ser un archipiélago. Su condición de pequeño estado insular y las valoraciones realizadas indican que es precisamente el ascenso del nivel del mar el elemento que podría ocasionar los impactos más graves.
Es imprescindible adaptarse o mitigar los efectos del cambio climático allí donde ocurren las penetraciones del mar por la subida de su nivel o por grandes olas resultado de tormentas severas o ciclones (se ha observado gran variabilidad y en lo que va de siglo el país ha sido azotado por nueve huracanes intensos, hechos sin precedentes en la historia).
La principal amenaza que enfrenta Cuba es el ascenso del nivel medio del mar, pues se estima este suba unos 27 centímetros para el año 2050, y 87 centímetros para el 2100, lo cual provoca la disminución de la superficie terrestre y la salinización de los acuíferos subterráneos. Los estragos también son provocados por un clima cada vez más cálido y extremo.
La temperatura media anual aumentó 0,9 grados centígrados desde mediados del siglo pasado y el régimen de lluvias ha cambiado desde 1960, con un incremento significativo de las sequías; en tanto el nivel del mar ha subido 6,77 centímetros como promedio, hasta la fecha.
Las inundaciones costeras ocasionadas por la sobrelevación del mar y el oleaje, producidos por huracanes, frentes fríos y otros eventos meteorológicos extremos, representan el mayor peligro por la destrucción que ocasionan al patrimonio natural y al construido en esa franja.
Asimismo, hay un deterioro acumulado en los principales elementos de protección costera, como las playas arenosas, los humedales -manglares, bosques y herbazales de ciénaga- y las crestas de arrecifes de coral, los que de modo integrado amortiguan el impacto del oleaje provocado por estos fenómenos naturales.
El cambio climático perjudica particularmente a 119 asentamientos humanos, de los cuales 20 se prevé que desaparezcan para el año 2100.
El 82 % de las playas arenosas en el país se encuentran erosionadas, es palpable el deterioro de las crestas de coral en varias zonas y el retroceso de la costa como promedio de 1,2 metros por año.
La Tarea Vida contempla cinco acciones estratégicas encaminadas al ordenamiento de los asentamientos costeros y las tierras de uso agropecuario amenazadas, y 11 tareas priorizadas.
Entre las áreas identificadas como de riesgo se encuentran el Sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque, el litoral norte de La Habana, el poblado de Guanabo y la cresta de arrecifes que colinda con la provincia de Mayabeque, la propia bahía de la capital y sus cuencas tributarias, la Zona de Desarrollo Especial del Mariel, Varadero con sus corredores turísticos, el litoral de la bahía de Cárdenas, los cayos turísticos de Villa Clara, el corredor turístico de la ciudad de Caibarién, los cayos del Norte de Ciego de Ávila, otras costas del Norte y Sur del archipiélago con particular importancia por la sensibilidad de los acuíferos subterráneos abiertos al mar, la zona costera del norte de Camagüey, el Polo de Santa Lucía, la ciudad costera de Nuevitas, el litoral norte de Holguín, la bahía de Santiago de Cuba, las ciudades costeras de Manzanillo y Niquero.
Se mencionan otros 13 asentamientos costeros de menores dimensiones, de los cuales se estima que nueve desaparezcan antes del 2050, la carretera Santiago-Pilón, vulnerable ante la elevación del mar, diez playas arenosas que también desaparecerían y otras áreas costeras extensas desprotegidas y sometidas al proceso de intrusión salina.
Los esfuerzos, las medidas y los procesos ingenieros para la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, se concentrarán en 73 de los 168 municipios del país, en 63 de los 93 asentamientos costeros y en diez de los 75 no costeros.
Las acciones incluyen, según el plan, la recuperación integral a corto plazo de 35 playas arenosas de uso turístico y protección costera para el 2020 y otras 56 hacia el año 2050.
Del mismo modo la siembra y recuperación de 3 157 hectáreas de mangle, y otros proyectos como las obras del Malecón habanero, la reubicación de instalaciones en la bahía de La Habana, la recuperación de crestas de arrecife de coral, la construcción o mantenimiento de diques y obras complementarias para la protección de los acuíferos costeros en las provincias de Artemisa y Ciego de Ávila, el reordenamiento de 20 asentamientos, el desarrollo de obras ingenieras para la sostenibilidad de la ciudad de Santiago de Cuba, así como obras ingenieras de la autopista nacional, entre otros numerosos proyectos.
Enfrentar las indisciplinas costeras y atender los lugares afectados por la contaminación, asegurar la continuidad de este plan, cuyas prioridades no son inamovibles, educar a la población, en especial a la que vive en las costas, son tareas de primer orden, sin que se pierda el rigor y la exigencia en cuanto a lo regulado.
Repasando la tarea
Según explicó la Ministra, en cada sitio visitado, las personas, todas, quieren involucrarse, participar. Eso lo ilustran muy bien un grupo de trabajadores vinculados a la siembra y atención de los manglares en las provincias de Mayabeque y Artemisa, quienes dieron su disposición a apoyar en cuanto se decida para atenuar las consecuencias de ese fenómeno.
Y es que el cambio climático es un desafío de nuestra aldea global con repercusión regional, nacional y, por supuesto, local porque sus efectos son allí donde primero se sienten.
Por ejemplo, quienes residen en determinado asentamiento, como los costeros, y son llamados a eliminar las nuevas construcciones para reducir la densidad demográfica, muestran preocupación o resistencia lógica pues fueron muchos años, varias generaciones las que vivieron en esos sitios.
“Hay que seguir explicando, argumentando, persuadiendo, en especial en las comunidades próximas al mar -señaló la titular-, para que conozcan que la línea de costa en las playas arenosas está retrocediendo 1,2 metros como promedio cada año, que la intrusión marina en las cuencas subterráneas y la salinización de los suelos está aumentando, lo cual afecta la producción agropecuaria, son solo algunos ejemplos...
“También es necesario que los científicos continúen trabajando en el desarrollo de variedades de cultivos más resistentes al cambio climático, para poder sembrar en esas condiciones, en esos lugares.
“A partir de la explicación de la Tarea Vida, hay una reacción positiva, pero tenemos que seguir insistiendo en los posibles impactos negativos del cambio climático, al haber más conocimiento, la percepción de riesgo es mayor”, indicó Pérez Montoya.
En los intercambios por todo el país se ha exhibido una serie de videos filmados por los compañeros de Mundo Latino, que generan mayor visibilidad acerca de los problemas, como la erosión de las playas, la vulnerabilidad de los asentamientos humanos amenazados, y sobre todo, se ha remarcado el pensamiento y la acción del Comandante en Jefe Fidel, como inspirador y guía del tema.
“Los encuentros han generado mucha atención y mayor responsabilidad. No obstante, pienso que todavía hay que hacer más, es por eso que el Plan de Estado tiene una tarea relacionada con la percepción pública, con la información que debemos dar a la población, por lo que estamos desarrollando una estrategia dirigida al sistema de medios de comunicación para que continúen acompañándonos. No pensamos que el Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático pueda comprenderse de una sola vez, las explicaciones debemos hacerlas de manera sistemática y detallada.
“No nos parece que solo una gran reunión lo resuelva todo. Hay que ir a cada poblado, a cada asentamiento y no solo de la costa o próximo a ella, sino a todas las comunidades vulnerables y a las que aparentemente corren menos riesgo, para que la población conozca los efectos del cambio climático; porque no es solo que va a penetrar el mar, sino también que es una consecuencia del aumento de las temperaturas, que se incrementará el riesgo de contraer enfermedades nuevas y re-emergentes producidas en su mayoría por los vectores.
“Hay una cantidad enorme de consecuencias y es muy importante conocerlas, por eso hemos planteado la necesidad de hacer barrios debates y todo cuanto pueda ayudar a que en cada lugar las personas conozcan sobre el cambio climático y, por supuesto, actúen.
“Estamos planteando acciones generales y específicas, pero es fundamental lo territorial, lo local. Esta es una tarea larga. Llevará todo un siglo, por eso tiene un alcance en el corto plazo (2020), en el mediano (2030), en el largo (2050) y en el muy largo plazo (2100)”.
Eso incluye asegurar e implementar una base jurídica que contempla la actualización de la Ley 81 del Medio Ambiente y un nuevo decreto para la protección de las zonas costeras.
“Cada una de las cuestiones que hay que resolver las hemos ido poniendo dentro de una de esas etapas, como recuperar primero los manglares, por ejemplo, que representan una protección natural efectiva de la costa. En cada provincia vamos orientando cuáles son las tareas a priorizar y en qué plazo deben cumplirse, y no pueden irse más allá. Si decimos que la recuperación de las playas arenosas, o de un tramo de la costa, es hasta tal fecha, hay que cumplir, a no ser que haya una cuestión puntual, la cual se evalúa, por supuesto.
“Cada año, el Citma y el Ministerio de Economía y Planificación haremos una puntualización de los recursos económicos y financieros que se necesitan para cumplir este Plan de Estado, porque estas acciones y estas inversiones son muy costosas.
“Los temas de ingeniería ambiental son caros, no podemos perderlo de vista. Por ejemplo, en la tarea número uno, que versa sobre la reducción de las vulnerabilidades existentes en las 15 zonas identificadas inicialmente como priorizadas, uno de los lugares señalados es el Malecón habanero, pero debido a la intervención millonaria, porque hay que hacer trabajos complejos, las acciones están concebidas en varios plazos.
“Debemos mejorar los drenajes, pero es una obra complicada; hay que atender lo de las inundaciones... No obstante, se ha propuesto para el Malecón Tradicional -que se extiende del Castillo de la Punta hasta el Parque Maceo-, un grupo de acciones, las cuales estarán a cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad; y para el tramo que va del Parque Maceo al Restaurante 1830, otras, y el responsable será el Gobierno de la capital.
“El propósito es hacerlo. Entonces estamos calculando cuánto cuesta, y así es para todas las zonas del país priorizadas. En los 15 lugares se ha hecho un análisis pormenorizado, y cada acción estará enmarcada en un tiempo, habrá unas que se acometerán en una primera etapa y otras que se demorarán”, abundó.
En cuanto a la política hacia las entidades económicas establecidas en esos hábitats vulnerables, la titular señaló que se ha hecho el análisis para los asentamientos humanos y también para las zonas industriales y turísticas.
La selección de los lugares priorizados inicialmente para el trabajo se fundamenta en tres elementos: primero, donde hay que preservar la vida de las personas; segundo, donde se necesita cuidar el espacio natural para garantizar la seguridad física y alimentaria; y tercero, las zonas de desarrollo turístico.
Según esas definiciones, han realizado una primera propuesta, porque estos 15 lugares no son inamovibles. Son las zonas por donde se va a comenzar, porque Cuba es vulnerable completamente, pero no se pueden acometer acciones en todos los lugares al mismo tiempo.
Debe irse progresivamente. “Las zonas industriales y el resto de los lugares vinculados al desarrollo y la vida económica del país, como refinerías y fábricas, llevan análisis puntuales.
No estamos proponiendo, ahora mismo, trasladar ninguna de esas industrias. “La relocalización es muy costosa, por lo que les estamos solicitando cómo reducir los efectos negativos que producen”.
A los organismos rectores les estamos diciendo qué hacer para adaptarse a las consecuencias del cambio climático, para reducir las vulnerabilidades. Deben acometer un grupo de acciones e inversiones ambientales, y eso es lo que deben hacer en esta etapa.
“Aquí en La Habana, porque no solo se trata del Malecón, tenemos toda la zona industrial próxima al puerto, los ríos y arroyos que desembocan en la bahía, y también el litoral, donde están Guanabo y las playas del Este, Santa Fe y las playas del Oeste...
“Estamos planteando las acciones ambientales principales a hacer en cada uno de esos asentamientos y qué hacer en cada una de esas industrias para reducir los riesgos del cambio climático -no solo por las inundaciones costeras, sino también por los fuertes vientos, las intensas lluvias, los accidentes que producen la contaminación de la costa-, para que puedan permanecer ahí, por ahora”, concluyó.
Costosas inversiones
A pesar de las limitaciones de Cuba para acceder a créditos externos, en primer lugar por la existencia del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos, el financiamiento bilateral y multilateral puede jugar un papel complementario, y en algunos sectores, fundamental, en el proceso inversionista de la Tarea Vida.
En ese sentido, la Ministra se refirió a la tarea número 11 del Plan de Estado, que prevé gestionar y utilizar recursos financieros internacionales disponibles, tanto los provenientes de fondos climáticos globales y regionales, como los de fuentes bilaterales para ejecutar inversiones, proyectos y acciones.
Llamó a ser más proactivos en esta área, ya que -precisó- resulta conveniente utilizar fondos bilaterales y multilaterales, el Fondo del Clima y otros que, de una forma progresiva y moderada, se irán gestionando según las necesidades del país.
“Los proyectos de ingeniería ambiental son muy costosos. Va a ser imposible acometer, solo con recursos propios, el Plan de Estado, por tanto tenemos que valernos de la colaboración bilateral y de lo que podamos lograr a través de estos organismos internacionales.
“Tenemos la orientación de organizar un grupo de misiones para aprender de las experiencias de países con costas bajas, con vulnerabilidad como la nuestra, por lo que estudiamos la experiencia de Holanda, Italia, Japón y otras naciones que tienen situaciones no exactamente igual, pero parecidas a la nuestra y que pueden servirnos de ejemplo”.