Autor: Raquel Sierra Publicado: 21/06/2021 | 09:46 pm
Con mayores o menores complicaciones para su cultivo, en dependencia de las condiciones climatológicas, las hortalizas se consumen en todas las latitudes. Aunque los términos no son sinónimos, se les llama indistintamente verduras, vegetales y hortalizas.
Los especialistas sí las diferencian y lo explican. Las verduras, indican, son aquellos cultivos de hojas y tallos tiernos, mientras que el término hortalizas es más abarcador y se refiere a los frutos, tallos, raíces y semillas. En el caso de los vegetales, son todas aquellas partes de una planta, exceptuando el fruto, aunque existen vegetales que contienen semillas.
Llámese como se les llame, su consumo ha ido ganando espacios no solo en el campo, sino también en la aceptación de las personas y Cuba no escapa a esa creciente tendencia internacional. Las hortalizas son una fuente muy rica en nutrientes, vitaminas y otros elementos, los cuales aportan al cuerpo múltiples beneficios: reconstrucción de tejidos (proteínas), producir energía (carbohidratos), regular funciones corporales (vitaminas), y propiciar una buena digestión (fibras).
En el caso cubano, la cuna por excelencia de las hortalizas es la agricultura urbana, un movimiento surgido hace 33 años y que ha evolucionado a la agricultura urbana, suburbana y familiar. Además, los subprogramas de estas modalidades agrícolas están rodeados de otros que alimentan formas agroecológicas de producción, entre ellos, la materia orgánica, los abonos orgánicos yel mejoramiento de suelos, entre otros.
Todo ello tiene un fin noble, contribuir a la alimentación, con un enfoque de sostenibilidad local y soberanía alimentaria y, alineados a los lineamientos económicos y sociales del país y a la estrategia para la recuperación económica, aportar también alimentos frescos al turismo, como sustitución de importaciones, y a proyectos como el de la Zona Especial de Desarrollo (ZED) Mariel, para generar ingresos que permitan el desarrollo, mediante el aprovechamiento de los ingresos generados en moneda dura.
Orígenes
El 27 de diciembre de 1987, el general de Ejército Raúl Castro Ruz, en visita a la unidad hortícola Hortifar, en el habanero municipio de La Lisa, indicó desarrollar y generalizar el método de cultivo de hortalizas en canterios con materia orgánica. Aquel llamado generó un movimiento productivo extensionista de carácter popular, hoy llamado agricultura urbana, suburbana y familiar, al que se fueron sumando productores e instituciones, con el apoyo científico y metodológico de instituciones docentes y científicas, entre ellas el Instituto de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical Alejandro de Humboldt, bajo la dirección de Adolfo Rodríguez Nodals.
Bajo el enfoque de fomentar, cantero a cantero, la soberanía alimentaria y la educación nutricional, surgió y creció el plan de las 5 000 hectáreas, que dieron empleo a unas 100 000 personas en los complejos años del llamado período especial. En abril de 1994, se creó un grupo nacional coordinador, formado por especialistas de diferentes ramas de la agricultura y dirigido al fortalecimiento técnico-metodológico y la asesoría de los productores. Ese grupo ha realizado 87 recorridos por todos los municipios del país para controlar resultados, monitorear y validar buenas prácticas y brindar, en cada encuentro, intercambios y capacitación.
SI inicialmente fue un movimiento de organopónicos, con el tiempo se convirtió en una experiencia que incorporó otras producciones de cultivos, crianza animal, actividades de apoyo como semillas, manejo agroecológico de plagas, agroindustria y comercialización y sumó a los huertos, patios y parcelas.
33 años después
La agricultura suburbana comprende 158 proyectos municipales distribuidos en 147 000 fincas para la producción integral agropecuaria, en aproximadamente dos millones de hectáreas.
Con el paso de los años, la infraestructura de esta modalidad agrícola se ha multiplicado. Según dijo Elizabeth Peña Turruellas, directora del Programa Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, al arribar el pasado 27 de diciembre a su aniversario 33, el movimiento cuenta con 9 416 hectáreas (8,4 metros cuadrado percápita), dedicadas a la producción permanente de hortalizas.
El país, destacó Peña Turruellas, trabaja por alcanzar los 10 metros cuadrados per cápita en 2021, lo que totalizaría 11 280 hectáreas dedicadas permanentemente a estos cultivos, para aportar un millón 400 000 toneladas al año. Según indicó, las provincias de menor avance son el municipio especial Isla de la Juventud con 60 hectáreas, 3,4 metros cuadrados per cápita, Granma con 460 hectáreas, que representan 5,9 metros cuadrados percápita, y Villa Clara, con279 hectáreas, para 7,2metros cuadrados por habitante.
De acuerdo con la directora del programa nacional, con el esfuerzo propio de los territorios, la ejecución de proyectos de colaboración, el aporte del uno por ciento de los gobiernos municipales y el apoyo del sistema empresarial, a lo largo del país se ha logrado activar y poner en explotación el 93 % de las 227 hectáreas de organopónicos existentes en el país, por lo que al cierre de 2020 quedaron apenas 15.5 hectáreas (7%) por recuperar.
Cuba cuenta con un total nacional de 625 043 canteros en las modalidades de organopónicos, huertos intensivos y cultivos semiprotegidos, de ellos estaban sembrados al cierre de 2020 unos 602 242, para el 96 por ciento del total. Los 22801 pendientes, en su mayoría se encontraban afectados por las secuelas de las lluvias ocasionadas por la tormenta tropical Eta y en preparación para nuevas siembras. Según Peña, todas las provincias habrían cerrado el año con más del 95 por ciento de los canterossembrados.
Una de las acciones del programa durante 2020 ha sido la incorporación de nuevos patios y parcelas a la producción de alimentos a nivel local. Según dijo la directora nacional, con el apoyo de las organizaciones barriales, se alcanzó 800 000, que favorecen la disponibilidad de alimentos para los vecinos. Las provincias con mayor cantidad de patios y parcelas vinculados son La Habana, con más de 100 000; Las Tunas, con más 72 000; Santiago de Cuba, con 69 000; Matanzas, con 60 000 y Cienfuegos, con 54 000.
Algunas nubes en el horizonte
Si bien el programa muestra avances de año en año y en la última etapa ha tenido cierta inyección de insumos para el mejoramiento de la infraestructura, no todo es color pastel. Según apuntó Peña Turruellas, la recuperación de la infraestructura de riego constituye la mayor dificultad en la agricultura urbana, suburbana y familiar, una situación común a la agricultura extensiva en el país.
Por otra parte, destacó, debe darse mayor impulso a la producción de semillas en las 147 fincas municipales y acercar los agroproductos al consumidor, en el marco de las más recientes disposiciones legales adoptadas por el país.
A sus 33 años, este programa demanda permanencia y sistematicidad para evitar se deteriore la infraestructura, dar continuidad a la recuperación de lo dañado por el tiempo y los fenómenos meteorológicos, buscar las mejores formas de gestión en aras de buscar rendimientos superiores y continuar empleando todo lo que la ciencia propone en materia de agroecología, para tener más alimentos y que estos sean cada vez más sanos.