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Entra en vigor el mayor acuerdo económico de libre comercio

Considerado el tratado de libre comercio más grande del mundo forman parte del acuerdo 15 países


Jueves 06 de Enero de 2022 | 03:49:50 PM 

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El primero de enero entró en vigencia la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), un tratado de libre comercio que busca incrementar en 42 000 millones de dólares el intercambio en un área que reúne a la segunda economía más poderosa del mundo, la de China, casi un tercio de la población mundial y el 30 % del producto interno bruto global.

El acuerdo, considerado el tratado de libre comercio más grande del mundo, incluye a 15 países, y en él están centradas las esperanzas del relanzamiento económico de la región en medio de la pandemia.

En una primera etapa, el RCEP se activó en Australia, Brunéi, Camboya, China, Japón, Laos, Nueva Zelanda, Tailandia, Singapur y Vietnam, y el primero de febrero lo hará en Corea del Sur. 

Aún se espera la ratificación de Malasia y Filipinas, y el ministro jefe de Economía de Indonesia, Airlangga Hartarto, aseguró recientemente que cree que su país ratificará la adhesión en 2022. Myanmar ya lo aprobó, pero el bloque aún debe dar el visto bueno para la entrada de la nación, cuyo gobierno fue derrocado por un golpe militar.

Entre tanto, brilla por su ausencia Estados Unidos, en un tratado que es considerado como un trampolín para China para seguir consolidando su economía en los próximos años y décadas, así como una palanca para fortalecer su zona de influencia tras la crisis creada por la pandemia. 

¿Cuáles serán los beneficios que el RCEP traerá a sus miembros?

El tratado prevé reducción de aranceles en aquellos productos manufacturados con al menos 40 % de partes procedentes de la región del RCEP, que en este momento representan el 65 % de los bienes que se intercambian entre los países firmantes. Se espera que luego de 20 años de vigencia del convenio, esa proporción llegue al 90 % de los productos.

La reducción de ingresos a los estados por concepto de aranceles no debería afectar la prestación de servicios públicos como salud o gasto social, que por lo general se financian con impuestos directos, como el de la renta.

El RCEP también agiliza procedimientos comerciales, contempla derechos de propiedad intelectual y contratación pública, y comprende áreas que crecieron particularmente durante la pandemia como el comercio electrónico.

Durante los dos años que han pasado desde que surgió la COVID-19, los países de la región han visto contraerse su economía y capacidad  de producción. En 2020 esa reducción fue del 1,5 % y de acuerdo con previsiones del Banco de Desarrollo Asiático el año que terminó debieron recuperarse en un 7 %, pero se espera una nueva desaceleración del 5,3 % en 2022.

Millones de empleos se han perdido, y eso ha redundado en un menor volumen de manufactura y embarque que está afectando las cadenas de suministro a nivel mundial. Verse involucrados en el tratado de libre comercio más grande del planeta representará un impulso para paliar los efectos de la pandemia.

No todo es perfecto en el RCEP

El equilibrio es otro de los aspectos donde los analistas ven grietas. Un informe de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo elaborado en marzo advierte que el RCEP beneficiará la balanza comercial de países altamente desarrollados, como Japón, pero no la de otros con economías menos poderosas como Camboya.

En medio de estos claroscuros, los firmantes ven en el tratado una oportunidad de luchar contra la pobreza, abrirse a nuevos mercados y ampliar las fuentes de importación de partes, lo que fortalecerá la competitividad del sector de la manufactura, como aseguró el secretario de Comercio de Filipinas, Ramón López, al recomendar al Congreso la aprobación de la adhesión.

Sin embargo, el RCEP también tiene sus críticos y detractores, que encuentran lagunas importantes y ventajas desproporcionadas para la mayor economía del área, la de China. De hecho, India decidió no plegarse al acuerdo ante el temor de que las importaciones chinas arrasaran con sus mercados.

El RCEP reduce barreras en el intercambio de bienes agrícolas, terminados y componentes, que constituyen la mayor parte de las exportaciones de los países del bloque, pero ofrece pocas luces sobre el comercio de servicios o sobre la operación de compañías en economías distintas a las de sus países de origen.

Tampoco tiene previsiones particularmente exigentes en materia de derechos laborales o impacto medioambiental, aspectos fundamentales en cualquier tratado que se firme con el visto bueno de la Unión Europea y otros países occidentales. Por ejemplo, la Asociación Transpacífica, pacto con muchos de los mismos países -a excepción de China-, comprende aspectos para reforzar estándares de derecho del trabajo y el derecho ambiental, entre otros.

Según señalan algunos diarios económicos, organizaciones de campesinos temen también que el tratado comporte una pérdida de tierras a pequeños propietarios a favor de grandes empresas. En la última década, 9,6 millones de hectáreas de estos terrenos han pasado a grandes multinacionales como la surcoreana Daewoo, la compañía de Singapur Wilmar, o la china Beidahuang, de acuerdo con la Organización No Gubernamental (ONG) Grain.

Este primero de enero marcó el nacimiento del Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP), a cuyo lado parecerán pequeños otros bloques regionales como los que conforman Estados Unidos-México-Canadá y la Unión Europea (UE).

Baste decir que los 15 firmantes representan alrededor del 30 % del Producto Interno Bruto Global y casi la misma proporción de la población mundial, empeñados todos en liberalizar el comercio en el orbe y en sortear las políticas proteccionistas tan al uso.

De hecho, cualquier TLC en que participe China es una monstruosidad, pero en este también concurren economías tan poderosas como Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur (el único pendiente de ratificarlo, pero lo hará en abril).

Lo completan los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean): Brunéi, Cambodia, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam.

Los grandes ausentes

El poderío del acuerdo pudo ser aún mayor, pero a la hora de firmarlo (noviembre de 2020), la India se rehusó alegando que no garantizaba una balanza comercial equilibrada. Nueva Delhi también exigía un mayor acceso al mercado de bienes y servicios, y la protección de sus compañías contra prácticas desleales.

El otro gran ausente en este nuevo marco integrador es Estados Unidos, que se retiró de las negociaciones poco después de asumir la presidencia Donald Trump (2017-enero, 2021), en uno de los primeros pasos de su polémica política de America First.

Según analistas, la decisión fue un craso error porque Washington le sirvió en bandeja a Beijing una importante ventaja geopolítica en Asia-Pacífico, amén de que desaprovechó un espacio donde dirimir el conflicto comercial entre ambos o eventuales querellas con otras naciones.

También consideran que si bien los beneficios del RCEP no se verán desde un principio, sí será una conveniente “vacuna” para las economías miembros, afectadas en mayor o menor grado por la pandemia de COVID-19.

Algunos no descartan que el presidente Joe Biden reconsidere la decisión de su antecesor y en algún momento lleve a Estados Unidos de vuelta a la mesa de negociaciones. Y otro tanto pudiera hacer la India, señalan.

Centro de gravedad del comercio mundial

Actualmente, el TLC Estados Unidos-Canadá-México copa el 28 % del comercio mundial; la UE, el 17,9 %; el Tratado Continental Africano, el 2,9 %; y el Mercado Común del Sur, el 2,4 %.

El RCEP concentrará aproximadamente el 33 %, pero un estudio de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) concluyó que esa cuota aumentará progresivamente.

De entrada, el tratado establecerá reglas comunes sobre comercio convencional y electrónico, inversiones y propiedad intelectual, y a 20 años de entrar en vigor habrá eliminado el 90 % de los aranceles a las importaciones comunes.

Los signatarios prefirieron mantener fuera de ese marco liberalizador a los sectores considerados estratégicos, como la agricultura y la industria automotriz.

Según la Unctad, el RCEP también ayudará a sus asociados a enfrentar mejor eventuales crisis económicas, incluida la generada por la pandemia de COVID-19, cuya duración aún es un enigma.

En cuanto a ventajas para uno u otro, los expertos creen que en ausencia de Estados Unidos y la India, los grandes beneficiarios serán China, Japón y Corea del Sur, tanto por ser las mayores economías del bloque como por estar en mejores condiciones de aprovechar un mercado liberalizado.

Algunos consideran que al RCEP le tomará un buen tiempo mostrar sus bondades, pero en lo que todos coinciden es que el primero de enero marca un antes y un después en el ámbito de los negocios internacionales.

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