Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Autor: Opciones Publicado: 01/08/2024 | 12:42 pm
Implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en alianza con el Gobierno provincial de La Habana, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) y su delegación territorial, en la capital cubana se despliega un proyecto que contribuirá a la economía circular con prácticas de manejo ambientalmente sostenible de los residuos sólidos urbanos, con apoyo financiero del Programa de Transición Ecológica de la Agencia Española de la Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
De acuerdo con el sitio web del PNUD en Cuba, la iniciativa, con una duración de 2 años, involucra a diversos actores que disponen de competencias para la regulación de la gestión de los residuos sólidos plásticos, papel y cartón y de manejos forestales y podas en la urbe habanera; en tanto, promueve las alianzas público-privadas y un enfoque sensible a la igualdad de género y al empoderamiento de las mujeres.
“Entre las acciones está previsto diagnosticar las oportunidades de implementar proyectos de negocios con enfoque de economía circular a partir de residuos, de modo que se profundice en la factibilidad tanto económica como ambiental de este tipo de prácticas productivas, lo que se espera contribuya al diseño de una hoja de ruta para la gestión de residuos sólidos urbanos; y también se apoyarán las capacidades productivas asociadas a la cadena de valor de envases y embalajes a partir de desechos de papel y cartón, incluyendo la elaboración de una guía de buenas prácticas en ese proceso como referencia para el establecimiento de este tipo de encadenamientos”, señala la publicación.
Como parte de las actividades, se contribuirá al fortalecimiento de las capacidades nacionales para la inserción de los enfoques de economía circular en la Estrategia de Desarrollo Territorial de La Habana en alineación con la Estrategia para la Transición hacia una Economía Circular y las prioridades definidas en el Plan Nacional de Desarrollo al 2030.
Se tendrá en cuenta que la economía circular apunta a minimizar los desechos y a promover un uso sostenible de los recursos naturales mediante diseños de productos más inteligentes, con una vida útil más prolongada, de un mayor reciclaje y desde la regeneración de la naturaleza. Además de contrarrestar la contaminación, la economía circular desempeña un papel vital para resolver otros desafíos como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
CON BASAMENTO LEGAL
Como fiel defensora de la economía circular, la Doctora en Ciencias, Matilde Anaya Villalpanda, investigadora auxiliar del Centro de Gestión y Desarrollo de la Calidad (CGDC), ha profundizado en el tema con varios estudios que ha sistematizado en los últimos tiempos, en los cuales reconoce que no se trata de un método nuevo, pero su concepto –subrayó- ha evolucionado.
En una entrevista sobre esa materia, la especialista refirió que en la literatura científica internacional actual y en la cotidianidad, la economía circular “se entiende como el valor de productos y de materiales, mantenido tanto tiempo como sea posible, minimizando el uso de recursos y la generación de residuos, además de la reutilización para crear más valor cuando estos alcanzan el fin de su vida útil”.
“Actualmente –dijo- la economía circular está vinculada con el desarrollo sostenible (corresponde al ODS No. 12, de los 17 objetivos de la Agenda 2030). Y es que su funcionamiento no puede circunscribirse solo al reciclaje o al cuidado del medio ambiente. De ahí que deban abordarse por igual sus tres dimensiones: económica, ambiental y social, pues se requiere de inversiones y políticas que faciliten la transición hacia esta y que no se convierta en un obstáculo técnico al comercio, ya que los productos deben mantener su calidad.”
Aseguró la experta que se trata de un proceso complejo, por eso se insiste en aplicar sus principios o tener un enfoque que prevalezca en toda la gestión. Hoy los países se preparan, elaboran sus estrategias y planes de acción.
“Cuba, por ejemplo, ya tiene su estrategia nacional y contempla a la economía circular en su base legal y normativa. Para todos los sectores de la economía, ya sean estatales o públicos, rige la Ley 150 de 2022 del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, que incluye ese asunto en uno de sus reglamentos. Y más específicamente, para los actores de la cadena alimentaria, la Ley 148 de 2022, de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional (en el artículo. 49 inciso m), se refiere a la sostenibilidad de esos sistemas”, comentó la académica.
Para garantizar el cumplimiento de esas leyes en el país, es fundamental el rol de la Infraestructura Nacional de Calidad, que involucra a personas naturales y jurídicas y cuyos componentes técnicos abarcan la Normalización, Metrología, Ensayos, Inspección, Certificación y Acreditación.
Apuntó que en ese sentido, en 2019 se creó el Comité Técnico de la Organización Internacional de Normalización (TC/ISO) No. 323 de Economía Circular, con Francia como país hospedante, y del cual la Mayor de las Antillas es miembro observador desde 2021. “Los expertos de ese grupo están elaborando los borradores de seis normas internacionales de la familia ISO 59000; ya hay tres aprobadas en 2023, en proceso de traducción a los idiomas oficiales de la ISO y para publicación en este año”.
Se reconoce que algunas ya están disponibles, en fase de votación, y otras en proceso de elaboración, y todas buscan estandarizar la implementación de los principios de la circularidad, permitir a las organizaciones medir el nivel de esta e identificar oportunidades de mejora, comunicar resultados y demostrar su compromiso con el desarrollo sostenible.
Tales documentos normativos abarcan los asuntos de economía circular relacionados con la implementación de principios, modelos de negocio, cadenas y redes de valor, circularidad, trazabilidad, sostenibilidad y análisis de casos de estudio. Significa que, en lo adelante, en el mundo, para hablar de esa temática, debe ser en armonía con lo dispuesto por ese Comité Técnico.
Ilustró con la norma ISO 59004, que ya incluye el concepto por consenso, y la define como un “sistema económico que utiliza un enfoque de gestión para mantener un flujo circular de recursos, regenerando, reteniendo o agregando valor, mientras contribuye al desarrollo sostenible”.
La investigadora apuntó que para contribuir a la implementación de la economía circular en Cuba, la Oficina Nacional de Normalización (ONN) participó en el proyecto regional “Quality Infrastructure for Circular Economy in Latin America and the Caribbean” (QI4EC-LAC), implementado con la cooperación del Instituto Nacional de Metrología de Alemania (PTB) y a nivel regional, por la Infraestructura de Calidad de las Américas (QICA), integrado por la Comisión Panamericana de Normas Técnicas (COPANT), el Sistema Interamericano de Metrología (SIM) y la Cooperación Interamericana de Acreditación (IAAC).
Como parte de esa iniciativa, en nuestro país se validó el curso Principios de economía circular para cadenas de valor alimentarias sostenibles, el cual está disponible en el CGDC, y además, se redacta un manual con participación de representantes de varios organismos y entidades, vinculados a esa materia, vital para impulsar de forma sustentable y sostenible, el avance social y económico de la nación.