Trinidad combina historia, cultura y belleza natural, calles adoquinadas y coloridas. Autor: Abel Padrón Padilla/ACN Publicado: 15/05/2025 | 09:36 pm
Trinidad, una de las ciudades más encantadoras de Cuba, es un destino que combina historia, cultura y belleza natural, sus calles adoquinadas y coloridas, casas coloniales que transportan a los visitantes a otra época, mientras que su vibrante vida cultural ofrece música tradicional y artesanías únicas.
Además, la ciudad está rodeada de impresionantes playas, conocidas por sus arenas blancas y aguas cristalinas. Este rincón del Caribe es perfecto para quienes buscan una mezcla de historia y relajación en un entorno paradisíaco.
A pocos kilómetros de Trinidad se encuentra la histórica finca Manaca Iznaga, ubicada en el Valle de los Ingenios, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad. Este lugar es famoso por su torre de vigilancia de 45 metros de altura, utilizada en el pasado para supervisar a los esclavos que trabajaban en los ingenios azucareros.
La finca conserva su arquitectura colonial y ofrece una visión fascinante de la historia azucarera de Cuba. Hoy los visitantes pueden recorrer la hacienda, subir a la torre para disfrutar de una vista panorámica del valle y conocer más sobre el legado de la familia Iznaga.
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Chichi Santander, entre el amor y el barro
Daniel “Chichi” Santander es un maestro alfarero de Trinidad, cuya pasión por la cerámica ha sido heredada de generaciones anteriores. Desde muy joven, aprendió el arte de moldear el barro en el taller familiar, donde sus padres y abuelos le enseñaron las técnicas tradicionales de la alfarería.
Su trabajo se distingue por la meticulosa elaboración manual de cada pieza, desde macetas y jarras hasta tinajones y cazuelas, preservando una de las tradiciones más arraigadas de la Villa de la Santísima Trinidad. Además, su destreza se refleja en el bruñido de las obras, logrando acabados finos y únicos.
Aparte de su dedicación al oficio, Chichi Santander es un ferviente defensor de las manualidades, resaltando la importancia del trabajo artesanal en un mundo cada vez más industrializado.
Su amor por Trinidad lo ha llevado a contribuir activamente en la conservación de su patrimonio cultural. Para él, la alfarería no es solo un oficio, sino una expresión de identidad y amor por su ciudad, una pasión que sigue transmitiendo a nuevas generaciones.