Autor: Internet Publicado: 21/06/2021 | 09:37 pm
Aunque es un hecho que casi 96,5 % del agua salada que cubre el planeta Tierra se halla en los océanos y mares, la equivalencia entre las especies marinas aptas para el consumo humano que lo pueblan y el mencionado volumen es cada vez más irrisoria, debido a dos fenómenos originados por el hombre: la contaminación ambiental y la sobrepesca.
De esas aguas proviene un alimento tan remoto como la vida misma.
Por ello no es casual que cada vez suenen con más frecuencia las alarmas en los principales océanos, como consecuencia directa del irrespeto a las regulaciones pesqueras y la cada vez más galopante profanación de ese espacio que el investigador subacuático Jacques Ives-Cousteau denominara el mundo del silencio.
Desde hace años los científicos estudian una isla artificial -que, por sus dimensiones, va adquiriendo categoría de continente- a la que denominan sopa de plástico, generada por las corrientes oceánicas de todos los mares terrestres. Esta nociva "sopa", nace en la costa de California, bordea Hawai, llega casi a Japón y tiene una superficie que duplica el territorio continental de Estados Unidos. Según los expertos, "el tamaño de la región afectada es desconocida, pero estiman que oscila en un rango de 700 000 km ² a más de 15 millones de km ², o sea, entre 0,41 % a 8,1 % del volumen total del mayor océano del mundo".
Ante tal anomalía, no podemos pasar por alto que el pescado es, y debe seguir siendo, una fuente importante de energía, proteínas y de una variedad de nutrientes esenciales, lo que representa casi 17 % del consumo de proteína animal de la población. Asimismo, suministra a unos 3 000 millones de personas casi 20 % de su consumo de proteínas de origen animal, y a otras 4 300 millones, en torno a 15 % de esas.
Las proteínas de pescado son un componente nutricional notable en determinados países con una elevada densidad poblacional, donde el aporte proteínico absoluto puede resultar escaso. Consumirlo es especialmente importante durante el embarazo y los dos primeros años de vida, y contribuye a reducir el riesgo de mortalidad por cardiopatía coronaria. Sin embargo…
Ralentización pesquera
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de 58,3 millones de habitantes viven de la pesca marina y la acuicultura, pero la inmensa mayoría bajo vulnerabilidad pronunciada a consecuencia de la pobreza y la escasez de recursos. Gran parte de esta, reside y trabaja en países de ingresos bajos o medianos aunque, en general, la pesca a pequeña escala y las actividades con ella relacionadas, devienen una fuente significativa de empleo y recursos económicos, a la vez que contribuye a la seguridad alimentaria.
Casi siempre, la pobreza está relacionada con el elevado aislamiento geográfico o político que caracteriza a muchas agrupaciones de pescadores profesionales o a comunidades mixtas de pescadores y agricultores. Así, el informe de la FAO alerta de una ralentización del crecimiento de la oferta mundial de productos pesqueros a 1,9 %, comparado con 3,1 % en 2013 (última cifra registrada en el Anuario de la organización), debido a una menor tasa de crecimiento del sector acuícola mundial, que desde hace varios años impulsa los incrementos en la producción pesquera.
Por su parte, las capturas marinas fluctúan en alrededor de 90 millones de toneladas sin que se prevea crecimiento alguno. Especialistas adelantan que la menor expansión se refleja en los volúmenes de exportaciones mundiales, aunque un mayor crecimiento relativo del valor de exportación se traduzca en un aumento general de precios, tal y como la actual demanda revela.
Todavía el sector pesquero aporta al planeta 17 % de su proteína animal y jugosos dividendos comerciales; sin embargo, 90 % de las personas dedicadas a esas faenas trabajan a pequeña escala y en condiciones muy precarias.
Al mismo tiempo, el comercio internacional de pescado y productos pesqueros duplicó su monto en una década al llegar a 144 000 millones de dólares en 2014, según informó la FAO durante una reciente reunión en Marruecos con altos funcionarios ministeriales de más de 50 países. De esta cifra, las naciones de bajos ingresos exportaron ese año unos 78 000 millones de dólares.
En un mundo cada vez más globalizado, el comercio pesquero se suma a esta carrera, impulsado en gran medida por el veloz crecimiento de la acuicultura, cuestión que genera nuevos desafíos para mejorar las normas y prácticas relativas a la trazabilidad, las condiciones laborales y la protección de la biodiversidad. Actualmente las capturas acuícolas más importantes se originan en China, pero las tasas más altas de crecimiento durante los años recientes se registraron en África y en Centro y Suramérica.
Asimismo, la FAO considera que la acuicultura ha alterado la dinámica de la industria, pues sus métodos de producción son, por lo general, mucho menos estacionales y volátiles que la pesca marina. Paralelamente se han desarrollado nuevas tecnologías que incrementan los volúmenes de especies como el camarón, la tilapia, el salmón del Atlántico, la lubina y el besugo.
Sensible contracción + pesca furtiva
Tras años de progresivas exportaciones de productos pesqueros, los valores del comercio mundial se contrajeron en 2015. En ello influyeron varias razones, incluyendo el debilitamiento de diversos mercados emergentes clave, menores precios para algunas especies importantes y la cancelación de la segunda temporada de anchoveta en Perú en 2014 a consecuencia del evento climatológico El Niño.
No obstante, la razón básica de este desplome apunta al fortalecimiento subyacente del dólar estadounidense respecto a varias monedas, en particular aquellas de los principales exportadores, como la Unión Europea, Noruega y China. El comportamiento de los tipos de cambio es uno de los principales factores que influyen en los mercados mundiales de productos pesqueros.
El director adjunto de la División de Políticas y Economía de la Pesca y la Acuicultura de la FAO, Audun Lem, afirma que "el comercio pesquero es mucho más importante de lo que la gente piensa, tanto en términos absolutos como relativos, por lo que resulta necesario fomentar estrategias que puedan posicionar mejor a los países en desarrollo para gestionar sus sectores pesqueros de forma sostenible y contribuyan a maximizar el beneficio económico por el crecimiento previsto, sobre todo en la acuicultura".
Los principales mercados resultan cada vez más exigentes en cuanto a calidad, inocuidad y requisitos de legalidad de los surtidos, lo que sitúa barreras adicionales a las naciones más pobres. "Atender a estos lucrativos mercados de forma sostenible es vital para los países en desarrollo, donde se produce la mayoría del pescado, ya sea capturado en el medio silvestre o cultivado en jaulas o estanques en granjas acuícolas", aleccionó el funcionario.
En este contexto internacional tampoco pueden desconocerse los efectos de la pesca ilícita, capaz de escamotear a la economía mundial unos 23 000 millones de dólares anuales, en tanto pone en peligro la biodiversidad y la seguridad alimentaria. En opinión del director general de la FAO, José Graziano da Silva, "las prácticas pesqueras ilícitas, no declaradas ni reglamentadas, consiguen apropiarse de unos 26 000 000 de toneladas de pescado anuales, equivalentes a más de 15 % de la producción anual total en el orbe y donde perece una cantidad inestimable de especies en peligro de extinción".
De acuerdo con Da Silva, la propuesta de esta institución en torno a un acuerdo internacional sobre medidas del Estado rector del puerto, "puede constituir una valiosa herramienta, pues planea diversas acciones concertadas a fin de prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal".
Hasta el día de hoy 21 estados han ratificado el documento, que requiere al menos 25 avales nacionales para adquirir plena fuerza legal antes de la próxima reunión del Comité de Pesca, foro intergubernamental mundial convocado para julio del presente año en la sede de la FAO en Roma.