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Cromo en las entrañas de la tierra

A más de 800 kilómetros de La Habana, en el municipio holguinero de Moa, se localizan importantes yacimientos de ese recurso en la única mina de tipo subterránea actualmente activa en Cuba. Muy codiciado por compradores en varios países del mundo


Domingo 25 de Diciembre de 2005 | 12:00:00 AM 

Autor

Tirso Mastrapa Ardite

A MUCHOS años de su iniciación, todavía Gregorio Reyes y Orlenis Borges guardan el sopor que sintieron cuando traspasaron por primera vez el socavón de la mina de cromo Las Merceditas, la única de tipo subterránea actualmente activa en Cuba.

Lo mismo debieron experimentar aquellos que hace casi siete décadas atrás emprendieron la extracción de ese mineral en la zona de Moa, municipio de la oriental provincia de Holguín, a más de 800 kilómetros de La Habana. Allí se localizan abundantes minas de cromitas altamente refractarias.

Como aquellos pioneros, quienes les siguieron se identificaron tanto con su quehacer que en nada los atrajo el nacimiento allí de la minería del níquel, aun cuando esta es a cielo abierto y no en las entrañas de la tierra, donde no se sabe cuándo es de día o de noche, como resulta el caso del cromo.

Basta adentrarse unos pasos por el túnel de entrada de Las Merceditas para vivir lo que sintieron Reyes y Borges, dos de los más experimentados y productivos de la mina, a la cual de antecedieron las ya agotadas Cayo Guan, Cromita y Potosí, también en el macizo montañoso Sagua-Moa-Baracoa.

Exactamente en 1936, siete años antes que la del níquel -producto distintivo de Cuba a escala internacional- surgió la actividad minera del cromo en Moa, de cuya existencia dio cuenta un geólogo español hace ya más de una centuria.

Como es lógico suponer fueron compañías norteamericanas las que emprendieron la extracción en condiciones nada parecidas a las actuales, cuando reina el más alto grado de mecanización en la actividad minera y un elevado sentido de humanización del trabajo.

La mandarria y el pistolete, el frágil sombrero de yarey, la insegura lámpara de carburo y hasta las alpargatas que acompañaban al minero de entonces en su bregar, desaparecieron luego de la nacionalización de esta industria en Moa, único lugar de la ínsula caribeña donde se explota el cromo, pese al reporte de otros yacimientos de consideración en otros puntos del país.

En su lugar llegaron el martillo neumático, el casco con lámpara incluida, las botas de goma y otras muchas mejoras, entre ellas locomotoras eléctricas especiales para arrastrar las vagonetas, cuya tracción antes corría a cargo de la fuerza bruta de los hombres por un salario de miseria.

BAJO TIERRA, PERO BIEN ALTO

El ingeniero en minas Omar Figueredo, director de Las Merceditas, explicó que de este yacimiento subterráneo, pero situado a una altura cercana a los 280 metros sobre el nivel del mar, se extraen anualmente sobre 30 000 toneladas.

Sin embargo, para obtener tal volumen resulta necesario sacar casi el doble de esa cantidad de material de cromita, el cual incluye otros subproductos, todos útiles en un sinnúmero de menesteres, tales como la elaboración de arenas especiales para la construcción.

Por sus características, precisó el ejecutivo, el cromo que aquí se produce tiene su mayor uso en la fabricación de ladrillos refractarios para hornos metalúrgicos, aunque también se destina a la obtención de ferrocromo, una aleación mediante la cual se obtiene un acero inoxidable resistente a la corrosión y de alta dureza.

LABERINTO BAJO LA MONTAÑA

Ni el más avezado de los 80 mineros del lugar podría, sin los medios imprescindibles, recorrer siquiera un trecho de los 15 kilómetros de la especie de laberinto que forman las obras mineras, entre socavones, galerías, contrapozos y trincheras, construidas a lo largo de los casi cinco lustros que llevan en explotación estos yacimientos.

Según estudios geológicos bien conservadores, Las Merceditas guarda en sus entrañas sobre unas 300 000 toneladas de cromo, las que sumadas a otros yacimientos existentes en la zona, hasta muy cerca de Baracoa, en Guantánamo, convierten en millonarias las reservas cubanas de ese renglón exportable, muy codiciado por clientes en Europa, Asia y América Latina.

Juan Carlos Labrada, ingeniero geólogo y director técnico productivo de la Empresa Cromo Moa, adelantó que actualmente se encuentra en fase de preparación la mina Amores, también de tipo subterránea, y que incluso existe la posibilidad de la creación de otra a cielo abierto, como las que tributan mineral a las tres plantas procesadoras de níquel con que cuenta Cuba, todas radicadas en el extremo nordeste holguinero.

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