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Exportadora en potencia de reguladores

La última versión del HUCHA, el 426, cuyos parámetros operacionales, de eficiencia, confiabilidad y durabilidad satisfacen a los más exigentes destinatarios


Martes 13 de Julio de 2004 | 12:00:00 AM 

Autor

Tirso Mastrapa Ardite

Mucho menos tiempo del que figuró como uno de los más altos importadores de reguladores de gas licuado (propano butano) necesitó Cuba para convertirse en un potencial suministrador de esos aditamentos para América y el Caribe, refiere la AIN.

En ese cambio es imprescindible mencionar a Aris Argüelles, ejecutivo de Cuba Petróleo (CUPET) en Holguín, quien se dedicó a buscar la vía de sustituir las grandes cantidades de esos equipos que adquiría el país en Gran Bretaña, Japón y otros mercados.

El Forum de Ciencia y Técnica, movimiento popular abierto a la creación en la mayor de las Antillas, fue el espacio encontrado por este instructor de oficios de la industria petrolera, para que su regulador marca HUCHA mereciera Premio Relevante en la versión del año 2000.

Con anterioridad Argüelles había incursionado en la fabricación de otros modelos, entre ellos el denominado HORIZONTE, el cual permitió instalar cocinas de gas a miles de familias con personas aquejadas de asma y alérgicos a las emanaciones del queroseno, combustible todavía de muy amplio uso en Cuba.

No satisfecho con su modelo primario, el innovador continuó su quehacer hasta llegar a la última versión del HUCHA, el 426, cuyos parámetros operacionales, de eficiencia, confiabilidad y durabilidad satisfacen a los más exigentes destinatarios.

NACE UN NUEVO REGULADOR Y UNA FÁBRICA

En un viejo depósito de cilindros de gas licuado en la oriental ciudad de Holguín, encontró Argüelles el sitio para montar la línea de producción de un regulador doméstico de baja presión en cantidades suficientes para cubrir las necesidades nacionales.

Con máquinas herramientas, en su mayoría recuperadas y adaptadas a los nuevos requerimientos, el taller 14 de Junio se convirtió pronto en una industria capaz de producir los 200 000 de esos componentes requeridos anualmente por el programa de gasificación en Cuba.

A ello se agrega la reducción en casi dos tercios del costo de cada unidad comparado con los importados, muchos de ellos irreparables, una virtud de la cual si gozan los reguladores criollos, de manual y fácil acoplamiento a los cilindros de combustible, por cuanto no se necesita de herramienta alguna para su instalación.

El rechazo por razones de calidad --asevera Argüelles-- es casi cero, pues todas las unidades que salen de la industria son sometidas antes a rigurosas pruebas.

La destreza de un colectivo de apenas 40 trabajadores no solo posibilitó enfrentar tal compromiso, sino contar con reservas para la fabricación de partidas adicionales con destino al mercado de exportación, por el cual se interesan varias naciones latinoamericanas y caribeñas.

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